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jueves, 14 de junio de 2018

Unos cocinan, otros la comen

Por Matraquito91

Cuesta entender como un platillo tan rico y antiguo como la pizza no había sido reconocido internacionalmente, pero, por suerte, eso cambió por estos días pues la pizza napolitana –no cualquiera–, fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Gracias a ello Italia celebra el arte de los «pizzaiuoli» de Nápoles.

Porque, recientemente, el Comité del Patrimonio Mundial del organismo cultural de la Organización de Naciones Unidas (ONU), reunido en la isla surcoreana de Jeju dio por fin el visto bueno a una distinción que llevaba tiempo horneándose, a fuego lento, como la pizza. Y es que desde el 2009, el ministerio de Agricultura, Alimentación y Silvicultura lanzó, por vez primera, la candidatura para que la pizza napolitana engrosara la presencia italiana en las listas de la Unesco.

Fue entonces que más de 2 millones de italianos recogieron firmas para apoyar el proyecto, hecho que no debería sorprendernos pues, en Italia, hacer y sentarse a comer una pizza significa mucho más que una simple actividad cotidiana, sino, y prácticamente, una labor de orfebrería donde cada detalle cuenta.

Por ello, no se ha reconocido solo el producto, sino fundamentalmente el arte de quienes lo desarrollan, hombres que con sus manos, entre cantos y bromas, realizan giros casi imposibles de la masa en el aire, la cual «baila» de una mano a otra del maestro pizzero para ser oxigenada.

Todo con la ayuda de dos ingredientes mágicos: el agua y la harina, que junto a cuatro o cinco añadidos (queso mozzarella, tomate, albahaca y aceite de oliva) crean este plato tradicional italiano, el mismo que hoy se convierte en patrimonio intangible.

No en balde muchos presumen los colores de la denominada pizza Margarita, el rojo del tomate, el verde de la albahaca y el blanco del queso mozzarela, también son los de la bandera italiana. Quizá por eso el ministro italiano, Maurizio Martina exclamase en su cuenta de Twitter: «¡Victoria!», dando a conocer la noticia.

Mientras declaraba después que esto constituye otro paso hacia la protección del patrimonio de Italia y su arte culinario, un arte constituido por experiencias, gestos y, sobre todo, conocimientos tradicionales que se transmiten de generación en generación. Porque, aunque se desconozca dónde y cuándo nació, exactamente, la receta de la pizza napolitana, que parece ser milenaria, hoy día sigue más viva que nunca.

Así ha llegado a convertirse en una tradición con un alto componente social, donde pizzeros y clientes interactúan constantemente, unos para cocinar y para comer, pero todos rindiendo honores a la pizza, un alimento reconocido a nivel mundial por su simpleza y sabor.